ROMPE YA ESA CADENA DE AMARGURA

“Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos.” (Hebreos 12:15 NVI)

Si tú todavía te estás empantanado en un resentimiento, entonces alguien más te está controlando. ¿Alguna vez has dicho, «tú me pones de malas»? Lo que en verdad estás admitiendo es, «tú me estás controlando.» La única forma en que sacarás a esta persona fuera de tu mente y de tu corazón, es curarandote con la gracia – la Gracia de Dios.

Hebreos 12:15 dice: «Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos» (NVI).

¿Alguna vez has conocido una familia donde una madre amargada envenena a toda la familia? ¿Alguna vez has visto a una familia donde el padre amargado envenene a toda la familia? La amargura es tóxica y contagiosa, y en realidad puede llegar a ser generacional. 

Alguien tiene que romper la cadena, y es mejor que ese alguien seas tú. Si tus padres eran unos amargados, tal ves fue porque sus padres eran amargados también; y tú vas a tener que romper la cadena de amargura. Sólo hay una manera de romperla: Y es hacerlo con la Gracia.

Queridos amigos que leen estas lineas, si no llenan sus vidas con la Gracia de Dios, la vida los volverá unos amargados. Porque en serio, la vida no es justa. ¿Por qué? Porque el pecado reina en el mundo. Vivimos en una mundo caído. Aquí no es el Cielo. La gente malvada, hacen cosas malas todo el tiempo. ¡La vida no es justa!

Y si tú no llenas tu corazón con la Gracia Divina, de seguro que te vas a amargar.

¿Es justo el perdonar? Absolutamente no.

Pero no estamos hablando de equidad y rectitud. No se trata de justicia. Se trata de la Gracia de Dios. Tú no perdonas a una persona porque es lo justo por hacer. Perdonas a una persona porque es lo que tienes que hacer, porque tú no quieres que tu corazón se llene de veneno. Tú no quieres que tu corazón se aferre a la herida y al odio.

El perdón es completamente gratis, pero no es barato. Es carísimo, pues le costó a Jesús su vida. Le costó al Padre Celestial la vida de su Hijo.

Y cuando Jesús moría en la cruz, con los brazos abiertos y su sangre goteando copiosamente, dijo: «Padre, perdónalos. Ellos no saben lo que están haciendo.» Él estaba diciendo: «los amo, los amo, los amo, los amo.» Él estaba diciendo, «no se merecen el perdón. Ellos ni siquiera saben lo que están haciendo. Pero Padre, perdónalos».

Déjale a Dios la justicia; y tú enfócate en curar tu amargura, con Su Gracia.

Reflexiona sobre esto:

  • ¿Has sentido amargura por lo que alguien te hizo? ¿Cuál ha sido el resultado en tu vida?
  • ¿Por qué crees que es tan importante para nosotros que todo sea justo?
  • ¿A quién puedes mostrarle gracia, especialmente en situaciones que no son justas?