EL RESENTIMIENTO NOS DAÑA

Martes 25 de junio del 2024

“Preocuparse hasta la muerte por el resentimiento sería algo tonto y sin sentido”.  Job 5:2 


Si te aferras al resentimiento, siempre te harás más daño a ti mismo que a nadie más. El resentimiento es autodestructivo y contraproducente.

¡El resentimiento no tiene ningún sentido, ni lógica, ni beneficio!

Si alguien en toda la historia tuvo un motivo para estar resentido, ese fue Job. Era un buen hombre, amable, justo y caritativo que tenía todo lo que deseaba: riqueza, fama y una gran familia. Hasta que un día lo perdió todo. Las naciones enemigas robaron y mataron todo su ganado. Todos sus hijos murieron trágicamente. Contrajo una enfermedad terrible. Literalmente perdió todo lo que tenía. Lo único que le quedó fue una esposa terrible, molesta y «fregona». Entonces vinieron sus amigos y dijeron: «Job, todo es culpa tuya».

Aunque Job tenía todos los motivos para estar dolido y resentido, dice el libro bíblico que lleva su nombre, que el resentimiento es una mala idea. Job dijo: “Preocuparse hasta la muerte por el resentimiento sería una tontería y una insensatez” (Job 5:2).

Job era un hombre sabio. Sabía que no tenía tiempo ni energía para estar resentido. Sabía que era una tontería, una insensatez e ilógico. Si recuerdas las experiencias de tu propia vida, probablemente estarás de acuerdo. Podemos hacer cosas absurdas y estúpidas cuando estamos atrapados en el resentimiento.

Decimos cosas como: «¡Me las va a pagar!». Luego, a menudo hacemos el ridículo buscando que eso suceda. Cuando cedemos al resentimiento, actuamos de manera autodestructiva y nos lastimamos mucho más a nosotros mismos que a aquellos a los que odiamos

Como ejemplo, recuerdo la vieja serie de televisión «Los tres chiflados» (si naciste después de los años 70´s, no sabes de lo qué estoy hablando). Se trataba de que Mo golpeaba a Curly en el pecho, y entonces Curly dijo: “Voy a vengarme de este tipo. ¡Voy a detenerlo! Entonces tomó un cartucho de dinamita y se lo ató al pecho. Luego dijo: “¡¡La próxima vez que me golpee, le volará la mano!!”


Eso es lo que sucede cuando estamos resentidos: hacemos cosas realmente absurdas para tratar de vengarnos de la gente, empeorando la situación.  El resentimiento no ayuda. Nos hace sentir miserables en el proceso. Y nunca se acaba, aunque consigas lo que planeaste como tu venganza.

Entonces, ¿por qué sentirlo, por qué sufrirlo? No te aferres a tu resentimiento. Perdona, suelta y déjalo ir.

REFLEXIONA EN ESTO:

  • ¿Por qué será, que es tan importante para nosotros tener la última palabra?
  • ¿Cuáles son algunas de las formas en que has visto que el resentimiento persistente te lastima a ti o a tus seres queridos?
  • ¿Qué herida del pasado necesitas perdonar para soltar y dejar ir ese resentimiento persistente?

“TODOS Y SIN EXCEPCIÓN, SOMOS HECHURA SUYA”


Martes 25 de junio del 2024

Un científico y un estudioso de la Biblia, iban de excursión por el campo, y cada quien defendía su punto de vista sobre la “teoría” de nuestros orígenes.

“Canten alegres a Dios, habitantes de toda la tierra”. Salmo 100:1

Desde luego el hombre de ciencia insistía en que somos obra de una “gran casualidad”. Por otro lado, el estudioso de la Palabra, fundaba su posición en que el Señor nos había creado, con un propósito definido para Su gloria y para nuestro beneficio y bendición.

«Adoren al Señor con gozo. Vengan ante él cantando con alegría.”  Salmo 100:2

Estaban tan concentrados en defender cada uno su propia postura, que sin darse cuenta perdieron el rumbo, y de pronto se vieron rodeados de muchos árboles, y la noche llegó. El científico quedó paralizado ante tal realidad y el estudioso de la Biblia simplemente bajó la cabeza, apretó fuertemente su Biblia y oró al Señor. Cuando terminó de orar, la oscuridad era muy densa, pero a lo lejos vieron una tenue lucecita. Decidieron caminar hacia la luz y poco a poco se dieron cuenta de que esa luz provenía de una cabaña.

Al llegar al sitio, se sorprendieron de que estaba vacía y la chimenea estaba encendida. En ese momento pudieron descansar y reponer fuerzas. Decidieron dormir y pasada la media noche, llegó un hombre quien amablemente los saludo.

El científico le preguntó quién era, y el desconocido hospedador le dijo que era el guardabosque, cuya misión era mantener la cabaña limpia y con fuego en la chimenea para los excursionistas que se extraviaran. El estudioso de la Biblia, dio gracias a Dios por tal provisión.

«¡Reconozcan que el Señor es Dios! Él nos hizo, y le pertenecemos; somos su pueblo, ovejas de su prado.”. Salmo 100:3

Entonces el científico, a pesar de su “enorme conocimiento”, humildemente reconoció: No cabe duda que esta cabaña, alguien la construyó con el propósito de ayudarnos, a pesar de no conocernos; he sido un necio. Ahora, después de algún tiempo de este suceso, el científico reconoció a Jesucristo como su Señor y Salvador, y se le puede ver viviendo con paz, alegría y agradecimiento al Creador, ante la amplia sonrisa del estudioso de la Biblia.

Y tú, ¿Con quién te identificas? Hoy el Señor nos recuerda que es mejor reconocer lo evidente, a especular sobre suposiciones que no se pueden comprobar. Esa cabaña fue “creada con el propósito de salvar vidas”


«Entren por sus puertas con acción de gracias;  vayan a sus atrios con alabanza. Denle gracias y alaben su nombre.” Salmo 100:4

Reconozcamos al Señor nuestro creador:


«Pues el Señor es bueno. Su amor inagotable permanece para siempre, y su fidelidad continúa de generación en generación» Salmo 100:5

Buenos días