CUÍDATE DE LOS PATRONES PREDECIBLES DEL ENEMIGO DE NUESTRAS ALMAS

Viernes 26 de enero del 2024.

CUÍDATE DE LOS PATRONES PREDECIBLES DEL ENEMIGO DE NUESTRAS ALMAS

“A quien ustedes perdonen, yo también lo perdono. De hecho, si había algo que perdonar, lo he perdonado por consideración a ustedes en presencia de Cristo, para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas.” 2 Corintios 2:10-11


No puedes vencer la tentación si no entiendes cómo funciona.

Lo único bueno que podemos decir sobre Satanás es que no tiene ideas nuevas. Ha utilizado las mismas tentaciones una y otra vez desde que se creó la humanidad. Las tácticas que usó con Adán y Eva son las que todavía usa hoy; ¿Y por que las sigue utilizando?… ¡Porque le siguen dando resultado!.

Dios les había dicho claramente a Adán y Eva que podían comer de cualquier árbol del jardín excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Cuando Satanás tentó a Eva, le dijo algo así como: “¿Realmente Dios les dijo que no comieran de ningún árbol?” Y luego le dijo: “No te apures, pruébalo. ¡No pasa nada, no vas a morir si comes de este árbol! Tú misma serás un dios”.


Satanás usa esa misma estratégia en tu vida todos los días. Primero, comienza con un deseo equivocado dentro de ti, como la envidia, la lujuria o la impaciencia. O comienza con un deseo correcto, como el de la comida, sexo o amor, pero con la tentación de satisfacerlo de la manera equivocada en el momento equivocado. Satanás puede tomar cualquier deseo sano, y convertirlo en destructivo.

Luego te hace dudar de la Palabra de Dios y te susurra: “¿Dios realmente dijo eso?”Él siembra la semilla de la duda para que crezca como una mentira, que sabe que eres vulnerable de aceptar. Detrás de cada pecado hay una mentira que eliges creer. Recuerda, Satanás es muy astuto. Él sabe en qué parte de tu vida eres más susceptible que caigas y se concentra en convertir tus dudas en un verdadero engaño.


Cuando crees en la mentira de Satanás, estás diciendo: «Yo sé más que Dios lo que me hará más feliz». Racionalizas y legítimas tu deseo equivocado. Te convences a ti mismo de que no es tan malo, es solo experiencia. Y luego caes en la desobediencia.

La Biblia dice: “A quien ustedes perdonen, yo también lo perdono. De hecho, si había algo que perdonar, lo he perdonado por consideración a ustedes en presencia de Cristo, para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas.” (2 Corintios 2:10-11).


Dios no quiere que ignores cómo actúa Satanás, porque cuando entiendes sus tácticas, puedes anticipadamente verlo venir con sus estratégias y planes. La clave no es resistir las tentaciones, sino saber cómo responder a los patrones predecibles de Satanás.

REFLEXIONA ACERCA DE ESTO:

  • ¿En qué áreas de tu vida eres más vulnerable a la tentación?
  • Una vez que sepas cómo intenta Satanás influir en tu vida, ¿cómo puedes establecer defensas prácticas que te ayuden a resistirlo? 
  • ¿Cómo crees que Dios quiere que respondas a Satanás cuando te tienta a dudar de la Palabra de Dios? ¿Qué pasaje de la Escritura puedes citarle a Satanás para recordarte la verdad de Dios?

“CERTEZA PLENA DE SER PERDONADO”

“CERTEZA PLENA DE SER PERDONADO”
Viernes 26 de enero, del 2024.

Sabemos perfectamente que el Señor nos perdona siempre, siempre, siempre. Hemos sido redimidos del pecado y de la muerte, por los méritos de Cristo Jesús en la cruz del calvario, y confirmada con su resurrección al tercer día.

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9

Sin embargo, seguimos cometiendo errores y faltas en contra del Señor; simple y sencillamente por nuestra condición humana. Pero esto no debe desanimarnos, al contrario, todos los días y varias veces al día, cuando el Espíritu Santo nos indique a nuestra mente y corazón que hemos hecho algo que entristece a nuestro Señor, tenemos qué, ante nuestro Dios y Señor “reconocer, confesar nuestro pecado y caminar en sentido opuesto al que llevábamos cuando actuamos mal”.
“Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”. 1 Juan 1:10

El Señor sabe de nuestras luchas y debilidades, y por ello, cuando sinceramente reconocemos nuestro mal proceder, Él nos ve a través de su Hijo Jesucristo. No nos ve en nuestra inmundicia, a quien ve es a su Hijo Jesús, quién se entregó por nosotros, para que nosotros no tuviéramos que comparecer desnudos ante Dios. 

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.
1 Juan 2:1

Y es entonces, que nos anima con el versículo que acabamos de leer, es decir, nuestra actitud debe ser de lucha frontal contra el pecado, y cuando caigamos, porque de seguro sucederá, entonces debemos dirigirnos al Señor, para decirle de nuestra debilidad y caída, y Dios nos comprende y levanta por amor a su Hijo Jesucristo, y a nosotros. Pero esto no es un permiso para pecar, ni darnos carta abierta para hacer todo lo que en nuestra naturaleza egoísta quisiéramos hacer, dando rienda suelta a nuestros vicios, maldades y peores atrocidades que pudiéramos imaginar; porque sólo si aceptamos de corazón que no hemos cumplido con el Señor y le pedimos perdón, Él nos perdonará. 

Quién lo haga como receta de cocina de cada domingo, solo repitiendo una letanía de: «perdoname, perdoname, perdoname porque he pecado contra ti», sin sentir el más mínimo remordimiento ni deseo de dejar esa desviada conducta, sino solo queriendo dejar en ceros el marcador con Dios, NO SERÁ PERDONADO. El Señor ve las intenciones de tu mente y corazón, y no le importan tus palabras. Arrepentimiento significa decidirte a dejar el mal camino, dar una vuelta de 180 grados y empezar a seguir al Señor. 

Recuerda, no lo olvides y tenlo muy presente; No importa lo que digas, lo que prometas, cuantas veces a la semana asites a la iglesia, cuanto des, ofrendes y ayudes a los pobres, ni cuanto llores de rodillas; lo único que vale a los ojos del Señor, es la disposición de tu mente y corazón para no volverlo a hacer, y tu futuro comportamiento cuando te enfrentes de nuevo a esa tentación ante la que sucumbiste… Y te garantizo que la volverás a encontrar en tu camino. 

“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamiento”.
1 Juan 2:3

De manera que si no conocemos la Escrituras, no podremos procurar “guardar la Palabra del Señor”, es decir mantener una actitud de lucha contra la tentación y el pecado, debemos cuestionarnos si realmente creemos en Jesucristo, su muerte y resurrección, o solo guardamos una tradición ancestral. Es decir si realmente hemos nacido de nuevo, mira esto:

“El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él”. 1 Juan 2:4-5

Guardemos su Palabra y caminemos con la certeza de saber que, si hemos tropezado y caído, podemos reconocer y confesar delante del Señor nuestra mala conducta, y tendremos la certeza del perdón, por lo que hizo Jesucristo en la cruz.

Buenos días

¿QUÉ ES TENER EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO?

“y porque ustedes pertenecen a Él, el poder del Espíritu que da vida los ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte.”  Romanos 8:2 
Ninguno de nosotros es inmune a los pecados persistentes en tu vida. Algunas personas luchan contra la ira, mientras que otras luchan contra la preocupación, los chismes o la lujuria.

¿Cómo te liberas del pecado persistente?Entendiendo lo que Jesús ha hecho por ti. En la cruz, Jesús pagó la pena de muerte de tus pecados, para que tú no tengas que pagar por ellos. Todos tus pecados, incluso los que aún no has cometido, ya han sido pagados en la cruz.

Jesús no sólo pagó por tu pecado, sino que también pagó para romper el poder del pecado en tu vida. Ahora tienes un poder que no tenías antes: el poder de decir no al pecado. Es más que fuerza de voluntad. ¡Es el poder del Espíritu Santo!

La Biblia dice en Romanos 8:2: Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
Si eres cristiano, sabes que Jesús murió para pagar por tu pecado. Ésa es la buena noticia. Y si eso fuera todo, seguiría siendo la mejor noticia del mundo. Pero cuando murió en la cruz, Jesús también tomó nuestra vieja naturaleza pecaminosa y nos dio una nueva naturaleza, una que ya no tiene que vivir en pecados persistentes. La Biblia enseña: “Sabemos que nuestro viejo yo pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestras vidas. Ya no somos esclavos del pecado” (Romanos 6:6).

El pecado ya no tiene ningún poder en tu vida. ¡Un muerto no puede sentir tentación! Esa vieja naturaleza no puede ser tentada y, puesto que murió con Cristo, puedes estar seguro de que también participarás de su nueva vida.

La fuerza de voluntad nunca será suficiente para romper el poder del pecado en tu vida. Pero gracias a Jesús, tienes poder más que suficiente en el Espíritu Santo, para resistir la tentación y romper el círculo vicioso del pecado y la muerte.

MEDITA EN ESTO:

  • ¿Qué pecado ha permanecido persistente en tu vida, incluso después de que te convertiste en cristiano?
  • ¿Cómo acceder al poder del Espíritu Santo cuando enfrentas la tentación?
  • ¿De qué manera vivimos todavía como “esclavos del pecado” aunque nuestra vieja naturaleza haya sido crucificada con Cristo?

ENTONCES; ¿TE DECIDIRAS HOY POR JESÚS?
Dios demostró su bondad a través de su Hijo, Jesucristo. La Biblia dice: “Porque tanto amó Dios al mundo: que dio a su único Hijo, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).

¿Estás listo para confiar en que Dios cumplirá su promesa de vida eterna? Si es así, haz esta sencilla oración:

«Señor, creo que Jesucristo es tu Hijo. Confieso que he pecado y te pido perdón. Creo que Jesús murió para pagar por mis pecados y que tú lo resucitaste. «Quiero confiar en Jesús como mi Salvador y seguirlo como Señor desde este día en adelante. Guía mi vida y ayúdame a hacer tu voluntad. En el nombre de Jesús te lo pido. Amén».