“UN BUEN JUEZ…”

“UN BUEN JUEZ…”
Viernes 19 de Enero del 2024.

En este México de mis amores, donde la «justicia» está al alcance del mejor postor, y donde las cárceles están llenas, no de culpables sino de personas sin dinero, el ser juez es un trabajo bastante difícil, pues a diario tienen que escoger entre hacer justicia o la retribución económica.

“No juzguéis, para que no seáis juzgados”. Mateo 7:1

La impartición de justicia, no solo requiere de un amplio conocimiento de las leyes, pero a pesar de esto, muchas veces sentencian equivocadamente, favoreciendo a sus «amigos y generosos donadores», sin verdaderamente impartir justicia, porque simplemente ignoran o menosprecian la esencia, el corazón de hacer justicia.

“Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido”. Mateo 7:2

Y es que para ser juez, debes ser un abogado extraordinario y sobresaliente, pero, sigue siendo humano, con debilidades, puntos oscuros y ambiciones carnales y materiales.

“¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”. Mateo 7:3

Y en el día a día en los juzgados, los jueces y magistrados experimentan todo tipo de situaciones, aplicando la ley al pie de la letra, hasta sus letras más pequeñas; pero tristemente muy pocas veces se hace justicia. Muchas veces después de mucho tiempo se obtiene la razón legal en un juicio, haciéndose finalmente justicia, pero si ese lapso de espera transcurrió privado de la libertad injustamente, no solo se le puede otorgar la libertad con un simple: “usted perdone”, en el mejor de los casos.

“¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?”. Mateo 7:4

Incluso, en los tribunales de lo familiar, el juez declara su errónea y absurda sentencia al caso, porque los hechos son muy similares a la problemática que este juez está viviendo en su familia. ¿Cómo tendrá lucidez para resolver justamente un caso muy similar al suyo?

“¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Mateo 7:5

Por todo esto, benditos abogados, quienes por ser contratados y pagados para defender a su contratante, sin importar si es inocente o culpable, simplemente hacen su trabajo lo mejor que pueden. Estos cumplen su deber de abogados contratados, sin emitir juicio alguno contra su cliente, trabajando y cobrando. En cambio, al juez que le toque el caso, su obligación es ser imparcial (que rara vez sucede), impartiendo justicia, liberando al inocente y condenando al verdadero culpable. 


“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1 Juan 2:1

Buenos días