“LA LUZ DEL MUNDO”

“LA LUZ DEL MUNDO”
Lunes 15 de Enero del 2024

El Evangelio de San Juan, no inicia con un Jesús nacido de una virgen, como lo hacen Mateo y Lucas.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Juan 1:1-3

En el Evangelio de San Juan, se deja claro que Jesús, siempre Es, porque Es Dios, Es el brazo ejecutor del Creador, de modo que cuando el Señor ordenó, Jesucristo, la Palabra, lo llevó a cabo; por ejemplo:

“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. Génesis 1:3

Es decir, Jesucristo, no fue nacido, fue encarnado, por eso es el Hijo de Dios, “Unigénito”, único en su género y primogénito de la Creación.

“Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan”.
Juan 1:6

Luego, cuando Jesús vino al mundo, era Dios mismo encarnado como humano para amarnos y salvarnos; y para mostrar su poder eligió a varios seguidores, discípulos, para dar a conocer su llegada y salvación.

“Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él” Juan 1:7

Y como Jesús llegaba a un mundo corrompido, en dónde muchos falsos profetas se decían ser el “mesías” (de hecho hasta hoy los hay), el apóstol Juan, tenía que enfatizar su lucha contra los “nicolaitas”, es decir, los grupos de nuevos creyentes en Cristo Jesús que se resistían en dejar las costumbres, tradiciones, mitos y leyendas en honor a los dioses de la mitología grecolatina (y de ahí el sincretismo de idolatría a los dioses griegos y la adoración a  los hombres notables en el cristianismo, como el apóstol Juan; y siguiendo las costumbres de adoración a deidades greco-romanas, tenían una deidad para cada necesidad). Incluso está lucha del apóstol se puede observar más frontal, en las palabras de Jesucristo, en el mensaje del Apocalipsis.

“Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco”. Apocalipsis 2:15

En este contexto queda clara la necesidad de compartir el Evangelio, en la forma en la que el Espíritu Santo usó a Juan el bautista, para difundir el Evangelio de la esperanza.

“No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz”. Juan 1:8

Y es que ningún ídolo griego, dios fenicio o egipcio, héroe mitológico ni hombre ilustre del cristianismo, puede compararse con el Señor, que es luz y es Creador.

“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”. Juan 1:10

Así que la presentación de Jesús, el Cristo, el Mesías verdadero es tan importante, porque solo Él puede salvarnos. Aunque muchos todavía hoy buscan y hacen todo lo posible por salvarse por ellos mismos, obviamente sin lograrlo.

“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”.
Juan 1:11

Es triste que a la fecha muchos como los nicolaitas, duden y no crean en la salvación por medio de su Hijo Jesucristo. Para ellos hay un futuro muy siniestro.

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12

Pero, nosotros los que creemos en Dios nuestro Señor, en Cristo Jesús nuestro redentor y en el Espíritu Santo nuestro ayo, somos muy bendecidos y bienaventurados. Nuestro verdadero Padre, es Dios Creador, todopoderoso y bueno, por ello, contrario a los otros dos Evangelios de Mateo y Lucas, aclara que somos nacidos de nuevo en Cristo Jesús Señor nuestro.

“los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Juan 1:13

Nosotros, no dependemos de nuestros ancestros y de sus hechos, ni de los nuestros. Descendemos de un linaje de sangre, pero de la sangre de Jesús, elegidos por Dios, tal y como lo indica la Escritura:

“Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”. Romanos 9:8

De manera que celebremos tal cantidad de amor y misericordia, y vivamos como verdaderos hijos de la luz, como hijos amados de Dios.

Buenos días