CUANDO TU VIDA SE DESMORONE, SE HONESTO CON DIOS

Lunes 10 de julio del 2023


CUANDO TU VIDA SE DESMORONE, SE HONESTO CON DIOS

«(Dios) hizo que mi piel y mi carne envejecieran; quebró mis huesos. Me sitió y me rodeó de angustia y aflicción. Me enterró en un lugar oscuro, como a los que habían muerto hace tiempo… Y a pesar de que lloro y grito, cerró sus oídos a mis oraciones.» Lamentaciones 3:4-6, 8


Todos pasamos por momentos en los que nuestras vidas parecen desmoronarse, cayéndose a pedazos. Perdemos nuestro trabajo. Una relación cercana se desmorona. Alguien amado muere. Nuestra salud empeora.

En esos tiempos de completa devastación, estamos tentados a pensar que Dios nos ha abandonado.


Pero Dios, no nos ha dejado.

En el Antiguo Tiempo, el profeta Jeremías estaba en el mismo «Titanic» junto con nosotros, cuando escribió el libro de Lamentaciones. Su país, Judá, había sufrido una caída en picada económica, política y socialmente, y estaba aterrorizado por un enemigo extranjero que se los «comería vivos». Había sido testigo de actos increíblemente inhumanos cometidos contra Judá. La gente estaba sin trabajo, muriendo de hambre y lo peor; sin esperanza.

Y en medio de todo este caos y desesperanza, ¿dónde comenzó Jeremías? Le dijo a Dios cómo se sentía, tal cual, ni más, ni menos: 

«(Dios) hizo que mi piel y mi carne envejecieran; quebró mis huesos. Me sitió y me rodeó de angustia y aflicción. Me enterró en un lugar oscuro, como a los que habían muerto hace tiempo… Y a pesar de que lloro y grito, cerró sus oídos a mis oraciones.» Lamentaciones 3:4-6, 8 .

¿Te sorprende que estas palabras estén en la Biblia? Jeremías, como algunas personas en la actualidad, sintió que Dios ya lo había olvidado. Pero Jeremias no ignoró, negó o evadió lo que estaba sintiendo. No endulzó la situación. Le dijo a Dios todo lo que sentía y estaba en su corazón. De hecho, Jeremías pasó cinco capítulos diciéndole a Dios lo que pensaba sobre la situación. Le dijo a Dios: “¡Esto, de verdad apesta!”.

¿Por qué Dios pondría ese tipo de pasaje en la Biblia? Porque Él quiere que sepas que puede tranquilamente manejar tu ira, tus quejas y tu dolor. Jeremías pasó un libro entero de la Biblia desahogándose. Si Dios es lo suficientemente grande para manejar el dolor de Jeremías, también es lo suficientemente grande para manejar el tuyo.

Si te tragas tus frustraciones, dolor y emociones, te lastimas a ti mismo. ¡Tu estómago y tu salud lo pagarán!

En lugar de esto, descarga completamente tus emociones en Dios, desahogate con Él.


Cuando mis hijos eran pequeños, hacían rabietas. Sus rabietas no hicieron que los quisiera menos. No me hicieron dudar de mis decisiones. No me hicieron sentir menos padre.

Solo sabía que mis hijos eran pequeños, y por consiguiente inmaduros. Ellos no sabían lo que yo sabía.

Dios no te ama menos cuando le haces una rabieta. Él, no te debe una explicación. Pero Él nunca está preocupado por lo que puedas decirle.

Así que díselo ya. Será el comienzo de la curación.

PIENSA PROFUNDAMENTE EN ESTO:

  • ¿Qué está pasando en tu vida que has tenido miedo de hablarlo con Dios?
  • ¿Por qué a veces es tan difícil ser honesto con Dios acerca de tus caídas y tropiezos?
  • Trata de escribir una carta a Dios acerca de lo que sientes. Es posible que te resulte más fácil expresar tus emociones a través de la escritura, en lugar de expresarlas verbalmente.

¿Seguirás a Jesús hoy?

Dios probó su bondad a través de su Hijo, Jesucristo. La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su unigénito Hijo, para que todo aquél que en él crea, no se pierda, sino tenga vida eterna.» (Juan 3:16).

¿Estás listo para confiar en que Dios va a cumplir su promesa de darte una vida eterna? Si es así, comienza haciendo esta sencilla oración:


“Señor mío y Dios mío, creo que Jesucristo es tu Hijo. Te confieso que he pecado, y te pido perdón. Creo que Jesús murió para quitar por completo mis pecados y que Tú lo resucitaste. Quiero confiar en Jesús como mi Salvador y seguirlo como Señor a partir de hoy. Guía mi vida y ayúdame a hacer tu voluntad. En el nombre de Jesús te lo imploro… Amén.»