COMO JESÚS, EN MEDIO DEL CONFLICTO

Jueves 25 de mayo del 2023

COMO JESÚS, EN MEDIO DEL CONFLICTO

“No mires solo por tus propios intereses, sino también por los de los demás. Debes tener la misma actitud que tuvo Cristo Jesús”. Filipenses 2:4-5


Cuando te reúnas con alguien para resolver un conflicto, primero tienes que confesar tu aportación al problema. Posteriormente necesitarás escuchar el dolor y la perspectiva de la otra persona.

En cada conflicto, desde nuestras relaciones personales hasta la política, creemos que discutimos sobre ideas. Pero en realidad discutimos sobre sentimientos y emociones. Cada vez que hay un conflicto, se hieren los sentimientos de alguien; alguien se sintió abusado o menospreciado. No son las distintas ideas las que causan el conflicto. Es la emoción detrás de la idea.

Personas lastimadas, hieren a personas. Cuanto más le duele alguien, más probable arremeterá contra los demás. Las personas que no están sufriendo, no lastiman a los demás. Las personas que están llenas de amor aman a los demás. Las personas que están llenas de alegría están alegres con los demás. Las personas que están llenas de paz están en paz con todos los demás. Pero las personas que están llenas de dolor, van a lastimar a otros. Van a arremeter violentamente contra quién se les presente enfrente, hasta contra el perro.

Si realmente quieres conectar con las personas, debes comenzar considerando sus heridas, sus necesidades y sus intereses. Si quieres ser un buen vendedor, no empiezas con tu producto. Comienzas con las necesidades e intereses de tu cliente. Si quieres ser un buen profesor, maestro de la Palabra o consejero, empiezas con las necesidades, los dolores y los intereses de las personas.


Filipenses 2:4-5 dice: “No mires solo por tus propios intereses, sino también por los de los demás. Debes tener la misma actitud que tuvo Cristo Jesús”.

En momentos de conflicto, ¿estás tan ocupado y enfocado tratando de que los demás conozcan tu posición, que no escuchas la de ellos? Cuando las personas solo hablan y no escuchan, emocionalmente se alejan más y más el uno del otro.

Por lo contrario, debes cambiar específica y decididamente tu enfoque, de tus necesidades a las necesidades de ellos. La resolución de conflictos comienza con la forma en que miras la situación. La palabra “mirar” en Filipenses 2:4 es la palabra griega «scopos». Es de donde obtenemos las palabras «microscopio» y «telescopio».


«Scopos» significa “enfocar, observar atenta y detenidamente». El pasaje continúa diciendo que debes tener la misma actitud que tuvo Jesús. Y serás más como Jesús, cuando te enfoques en las heridas de la otra persona, en lugar de las tuyas.

Hay un viejo proverbio que dice: “Busca entender, antes de buscar ser entendido”. Cuando te enfocas en las necesidades de la otra persona y no en las tuyas, podrás comprender mejor la situación y avanzar en la resolución del conflicto.

MEDITA EN ESTO.

  • ¿Cómo muestra la vida de Jesús, cómo debemos velar por los intereses de los demás?
  • ¿Cuáles son algunas formas en las que puedes practicarlo esta semana, mostrando preocupación por las necesidades de los demás, incluso cuando no tienes conflicto con ellos?
  • ¿Cómo necesitas prepararte, antes de entrar en la resolución de conflictos, para estar preparado para escuchar y concentrarte en la otra persona?

¿Dónde pasarás la eternidad?


La Biblia dice que sólo puedes llegar al Cielo confiando en Dios a través de su Hijo, Jesucristo. No puedes ganarte ni comprar de alguna forma tu entrada al Cielo: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”(Efesios 2: 8-9).

Si estás listo para entregar tu vida a Jesús, comienza con esta oración:

“Mi Dios, Tú me has prometido que si creo en tu Hijo, Jesucristo, todo lo que he hecho mal, me será totalmente perdonado, entonces descubriré el propósito de mi vida, y algún día en el futuro, volaré a tu hogar eterno en el Cielo.


“Reconozco, acepto y confieso que he pecado y te pido perdón. Creo que Jesús murió para pagar y borrar todos mis pecados, y que tú lo resucitaste al tercer día, para demostrar que es tu Hijo, y no un hombre santo más. Quiero confiar en Jesús como mi Salvador y seguirlo como Señor desde hoy y hasta mi último minuto en esta vida. Guía mi vida y ayúdame a buscar tu voluntad y hacerla. En el nombre de Cristo Jesús, mi Señor y Salvador… Amén».