¿LE TIENES MIEDO A LA MUERTE?

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Viernes 8 de abril del 2022


¿LE TIENES MIEDO A LA MUERTE?

“«Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino». Entonces Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».” Lucas 23:42-43 (NBLA)


La misericordia de Dios es algo que necesitarás toda, toda tu vida, especialmente cuando te equivoques y «metas la pata», y cuando no tengas lo que necesitas.

NECESITARÁS LA MISERICORDIA DE DIOS, CUANDO SE TE ACERQUE LA MUERTE.

La muerte es inevitable. Todos vamos a morir en algún momento. ¡La tasa de mortalidad en el mundo sigue siendo del 100 %!

Muchas personas le temen a la muerte, pero Dios no quiere que tú le temas. De hecho, te muestra cómo no tenerle miedo a morir.

Lucas 23 habla de un moribundo que recibió la misericordia de Dios. Quizás recuerdes la historia: Cuando Jesús fue a la cruz, fue colgado entre dos criminales. La Biblia dice: “Uno de los criminales colgados junto a él se burló: «¿Así que eres el Mesías? Demuéstralo salvándote a ti mismo, ¡y a nosotros también!». Pero el otro criminal protestó: «¿Ni siquiera temes a Dios ahora que estás condenado a muerte? Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo».” (Lucas 23:39-41 NTV).


Uno de los criminales se burló de Jesús y actuó como si la muerte fuera el final de su existencia, pero estaba equivocado. La muerte es el comienzo de la eternidad, ya sea en el Cielo o en el Infierno.

Mientras que el otro criminal le dijo: “¿No te das cuenta de la gravedad de tu situación? Estás a punto de enfrentarte cara a cara con Dios en cuestión de segundos, y aquí estás, menospreciando a Jesús”. Luego se volvió hacia Jesús y le dijo: “Recuérdame cuando vengas a tu Reino” (Lucas 23:41-42 PRF).


¿Y cómo le respondió Jesús? “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).

¡Esto es misericordia de último minuto!, llegando en «safe» a su vida, pero válida. El malhechor en la cruz se dio cuenta de que su mayor necesidad en ese preciso momento, no era su libertad, era el perdón de sus pecados, y no el alivio del dolor bajándolo de esa cruz. Sabía que no podía salvarse a sí mismo. Así que simplemente le dijo a Jesús: «Recuérdame». Y Jesús le dijo: “Eso es suficiente”. La respuesta de Jesús mostró que incluso tenía poder sobre la muerte.


Cuando aceptas la misericordia de Jesús, no necesitas temer a la muerte, por todo lo que Jesús ya hizo por ti en la cruz.

MEDITA PROFUNDAMENTE EN ESTO:

  • ¿Qué te dice la respuesta inmediata de Jesús al criminal, “hoy estarás conmigo en el paraíso”, acerca de su disposición a mostrarte misericordia?
  • ¿Alguna vez alguien se ha burlado de Jesús frente a ti? ¿Cómo respondiste?
  • Jesús se tomó tiempo para amar y mostrar misericordia, incluso mientras moría en una cruz. Tómate tú el tiempo ahora mismo para agradecer a Dios por su profundo amor por ti, y pídale ayuda para reconocer las oportunidades de mostrar misericordia a los demás.

Promesa de Semana Santa: Ninguna condenación hay para los que son de Cristo

Por lo que hizo Jesús en la cruz, no tienes por qué temer a la muerte. Jesús ya ha pagado por tus pecados y te ha preparado una hermosa eternidad con Él en el Cielo. Pero no puedes comprar o trabajar para tener la vida eterna.

Tienes solo que aceptar ese regalo, confiando en Jesús. La Biblia dice: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9 NVI).


Si nunca has recibido la misericordia de Dios, ¿por qué esperar más? Si estás listo para cruzar esa línea y tomar la decisión de seguir a Jesús, haz esta oración:


“Dios mío, necesito tu misericordia. Sé que un día voy a morir y enfrentarme a la eternidad. En mi vida aquí en la Tierra, me he equivocado. He amado otras cosas más de lo que te he amado a ti. He vivido según mi plan, no el tuyo. He pecado y te pido perdón. Quiero vivir según tu plan, a partir de hoy.

“Jesús, gracias por ser tan misericordioso y por morir en la cruz por mí. Sé que no merezco tu perdón. Nunca podría ser lo suficientemente bueno para entrar en un lugar perfecto como el Cielo. Así que, como aquel malvado en la cruz, te digo: “Acuérdate de mí”. Te pido que me salves, no solo del infierno, sino de las heridas, los hábitos y los complejos que me hacen tropezar una y otra vez de la misma manera.

“¡Gracias por tu misericordia! Por favor, acéptame en tu familia. Te pido todo esto por lo que tú, Jesús, hiciste por mí en la cruz en aquella primera Semana Santa. Te lo pido en el Nombre de Jesús, Amén.»

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