CUANDO DE VERDAD CAMBIAS, SE NOTA

Sábado 19 de febrero del 2021


CUANDO DE VERDAD CAMBIAS, SE NOTA

“Lo mismo pasa con la lengua. Es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes cosas. ¡Piensen que con una pequeña chispa se puede incendiar un gran bosque! La lengua es como un fuego, un mundo de maldad. Es uno de nuestros órganos y contamina todo el cuerpo; y encendida por el infierno, prende fuego a todo el curso de la vida.” Santiago 3:5-6 (NBV)


A medida que Dios transforma tu corazón, la forma en que hablas con los demás comenzará a cambiar. Y eso traerá más armonía a tus relaciones. ¿Por qué? Porque, en cualquier relación, la mayoría de los conflictos son causados por las palabras que dices y cómo las dices.


“Solo se necesita una chispa, recuerda, para provocar un incendio forestal. Una palabra descuidada o mal dicha que salga de su boca puede hacer esto. Con nuestras palabras podemos arruinar el mundo, convertir la armonía en caos, arrojar lodo sobre la reputación de alguien, hacer que el mundo entero arda y cubrir a todos en su humo, humo que sale directamente desde el abismo del infierno” (Santiago 3:5-6 PRF).

Las personas responden de manera diferente al estrés y la presión. Cuando hay presión, lo que sale de la boca de alguien, revela lo que realmente está pasando en su corazón.

Bajo estrés, las personas amables se vuelven más amables y las personas pacientes se vuelven más pacientes. Bajo estrés, las personas malas se vuelven peores, los abusivos se vuelven más abusivos, las personas enojadas enloquecen de coraje y las personas obstinadas se vuelven súper tercos.


Lo que sea que tengas en tu corazón saldrá a borbotones cuando estés bajo presión. Entonces, la única forma en que puedes controlar lo que dices, es controlando lo que tienes en tu corazón.

¿Cómo te sientes, sinceramente, acerca de las personas con las que interactúas cada día? ¿La posición social, económica o política tiene algún efecto sobre cómo los ves? ¿Le das el mismo respeto a todos los que conoces?

Humildad significa pensar menos en uno mismo y pensar más en las necesidades de los demás. Significa que conoces gente y te relacionas con ellos en sus propios términos; sin creer que lo sabes todo. Cuando practicas la humildad, comienzas a ver a las personas como Dios las creó: a Su imagen, y de gran valor.

Efesios 4:29 dice: “Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan.” (NVI).


Imagínate lo que sucedería si todos en la iglesia de Cristo constantemente vieran a las demás personas como Dios las ve. Llegaríamos a ser conocidos por ser humildes, amables y grandes oyentes. Tendríamos mucha más armonía en nuestras relaciones. ¡Y también mostraríamos al mundo, más de cómo es Jesús!

REFLEXIONA ACERCA DE ESTO:

  • ¿Miras regularmente a las personas, como la creación amada de Dios?
  • ¿Cómo puedes cambiar lo que hay en tu corazón, para que lo que se derrame refleje el corazón de Dios?
  • ¿Por qué crees que la humildad requiere de mucha práctica? ¿De qué maneras puedes practicar hoy la humildad?