“MILAGROS A DISTANCIA”

Noviembre 19 del 2021

Durante estos dos años de pandemia, creo que sabemos y hemos sido testigos de muchos milagros de sanidad. Para la gran mayoría, han servido para confirmar su fe en Jesús, sin embargo, existen aún algunos detalles que debemos de seguir aprendiendo.


“Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir”. Lucas 7:2


Antes de la pandemia, cualquier persona que deambulaba por un hospital o clínica, era atendida y se le permitía el ingreso aún a lugares en donde muchas veces ni los propios familiares podían entrar.


“Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo”. Lucas 7:3


En lo personal varias veces viví la bendición de poder ingresar a “terapia intensiva” cuando veían que traía mi Biblia bajo el brazo.

“Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo”. Lucas 7:6


Sin embargo, ahora en la pandemia, no podíamos acercarnos tanto a los hospitales, mucho menos a los enfermos. Algunos hermanos cristianos, tiernos en la fe, se sentían defraudados porque los ministros no los visitaban en el hospital, o iban a orar e imponer manos a su casa.


“por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace”. Lucas 7 y 8


El Señor en el Evangelio de Lucas registra una muestra de fe en alguien quien a pesar de no ser Israelita, sabía mucho de Dios y de su autoridad y poder. Quien mejor que un centurión, militar del ejército más disciplinado del mundo antiguo, al cuál obedecían cien soldados. Este testimonio en ciertos grupos de creyentes en Jesús, hace que repitan sus palabras “se que no soy digno de Ti, pero una palabra tuya basta para sanar”. Este testimonio de fe y seguridad de “quién puede lo más puede lo menos” como decía la frase del derecho romano es lo que maravillo al mismo Jesús.


“Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe”. Lucas 7:9


Desde luego que tal actitud fue de mucho agrado al Señor Jesús. Sin decretar, sin declarar, simplemente con obediencia al Señor y humildad para Él, no hay distancia entre el enfermo y su salud; entre el que pide con fe y su misericordia. El Señor es soberano


“Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo”. Lucas 7:10


De modo que el Señor no necesita de nada ni de nadie. Tampoco debe estar cerca, no importa la distancia, si usted necesita salud, pídala al Señor. Pero pídala con fe:


“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”. Santiago 1:6


Seamos como el centurión, quien reconocía la soberanía del Señor


Buenos días


J. L. R.

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