NO TE ENCIERRES EN TI MISMO, ÁBRETE

Lunes 15 de noviembre del 2021

NO TE ENCIERRES EN TI MISMO, ÁBRETE

“Levántense durante la noche y clamen. Desahoguen el corazón como agua delante del Señor.»  Lamentaciones 2:19 (NTV)


¿Crees que has tenido un mal día? Job te entendería a la perfección; prácticamente, Job tiene un doctorado en tragedia, dolor y pérdida.

En el primer capítulo de Job, todo en su vida se desmoronó. ¿Cual fue su respuesta? “Job se levantó y rasgó su vestido en señal de dolor; después se rasuró la cabeza y se postró en el suelo para adorar” (Job 1:20 NTV).


Fíjate que Job expresó abiertamente su dolor a Dios. Cuando experimentas dolor, ¿le dices a Dios exactamente cómo te sientes? Eso debería ser lo primero que hagas.

Esto puede sorprenderte, pero Dios puede manejar tu enojo y frustración. Puede manejar tus emociones. ¿Por qué? Porque Él te las dio. Fuiste creado a su imagen, y Él es un Dios con emociones.


Cuando tu hijo de 2 años te hace una rabieta y se tira al suelo revolcándose, tú puedes manejar eso. De la misma manera, Dios es más grande que tus emociones y está bien decirle exactamente cómo te sientes.

Cuando oras por un ascenso pero no lo obtienes, cuando un ser querido se aleja de tu vida o cuando recibes la temida llamada que dice: «Es cáncer», puedes decirle a Dios cómo te sientes. Puedes decirle: «Estoy desconcertado. Estoy molesto. Estoy frustrado.» Dios puede manejar todas tus quejas, preguntas, temores, incertidumbre y dolor. El amor de Dios por ti es muchísimo más grande que todas tus emociones y sentimientos.

Mis hijos saben que los amo. Saben que en algunos aspectos de la vida, tengo más experiencia que ellos porque llevo más tiempo en este planeta. Pero mis hijos a veces cuestionan mi juicio. Aún así, prefiero tener una conversación abierta, honesta y profunda con ellos, y no permitir que se frustren y decepcionen.


¡Dios es de la misma manera! Siempre preferirá que luches contra Él lleno de enojo y decepción, a que te alejes con indiferencia y apatía.


Cuando ocurre una tragedia en tu vida, no tienes que sonreír y soportarlo estoicamente. En cambio, ve corriendo a tu Padre celestial con tu dolor. “Levántate, grita en la noche, incluso cuando comienza la noche. Derrama tu corazón como agua en oración al Señor” (Lamentaciones 2:19).

MEDITA ACERCA DE ESTO:

  • ¿Quién es la primera persona con la que sueles hablar sobre tus problemas? ¿Por qué confías en esa persona? ¿De qué manera haría la diferencia ir primero a Dios?
  • ¿Cuándo te has guardado el enojo y decepción? ¿Cuáles fueron los efectos físicos y emocionales de esto?
  • ¿Qué harás para ser más honesto y abierto con Dios en tus oraciones?