“UN AMIGO QUE DURA”

“UN AMIGO QUE DURA”

Una señorita tenía un perro al que quería mucho; pero un día el animal enfermó y al poco tiempo murió. La muchacha se puso muy triste; se sentía muy sola sin su perro; pero en eso llegó una amiga a quien ella amaba con todo su corazón, y en su compañía se sintió contenta; se consoló de la pérdida del perro que había sido su fiel guardián; pero la amiga contrajo una grave enfermedad que le costó la vida, y la aflicción de la muchacha fue tan grande que no hallaba consuelo. Para distraerse un poco salía a su jardín donde tenía un rosal muy hermoso, pero para colmo de su tristeza notó que la planta estaba marchita y seca. Entonces, casi con desesperación lloraba y se quejaba de su triste suerte diciendo: “Nada me dura; se murió mi perro fiel, mi amada amiga se fue al viaje de donde no se vuelve, y ahora mi bello rosal se ha secado.” En una de tantas veces un señor que la oyó quejarse de su mala suerte le dijo:

“Señorita, usted no conoce a Jesucristo, un amigo que nunca muere; en su compañía hay placeres que nunca se acaban. Es verdad que todas las cosas de esta vida son pasajeras; pero las cosas del Señor Jesús duran para siempre.”

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”. Juan 14:1

Al igual que la dama de la ilustración, en esta época de pandemia que nos tocó vivir puede ser que estemos sufriendo, y el sentimiento de soledad se vuelve cada vez más común entre muchos. ¿Cuál es su postura? ¿Ha perdido amigos, familiares o aún cosas materiales, empleo, o negocio? ¿Se siente solo por todo ello?

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”. Juan 14:2

El Señor Jesucristo, nos dice que si nuestra pérdida es humana, en realidad no es una “perdida”. Más bien es un cambio de casa, de una temporal a un hogar eterno, en donde nuestros seres queridos, si aceptaron a Jesús como su salvador, nos estarán esperando.

“Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Juan 14:3

Cómo podemos leer, Jesucristo es un amigo que nunca nos deja solos, puede vivir en su corazón, en la persona del Espíritu Santo, desde ahora y para siempre. Él no se va, al contrario, nos lleva con el Padre.

“Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras”. Juan 14:11

Desde luego, mi abuela decía: “Hechos son amores y no buenas razones”. Esa es la lógica del Señor Jesús conforme lo acabamos de leer. Los que creemos en Cristo Jesús, podemos afirmarlo, porque gracias a su amistad, nos ha salvado, nos ha librado de enfermedades, nos ha bendecido, nunca nos falta el sustento para nosotros y nuestra familia y lo más importante; nos da la esperanza de una vida eterna con Él en el Cielo. Por todo ello, si su situación es similar a la muchacha de la ilustración, lo mejor que puede hacer es “hacerse amigo de Jesús”

“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”. Juan 15:13 y 14

¡Buenos días!

J. L. R.