TU MÁS PROFUNDO DOLOR… TU MÁS GRANDE MINISTERIO

Domingo 29 de Noviembre del 2020

TU MÁS PROFUNDO DOLOR… TU MÁS GRANDE MINISTERIO

“Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos consolar a todos los que sufren, con el mismo consuelo que él nos prodigó. Pues así como sufrimos abundantemente por Cristo, así de grande es el consuelo que él nos da”.   2 Corintios 1:4-5 (NBV)

Cuando estés pasando por un dolor, angustia o sufrimiento, puedes elegir concentrarte en ti mismo, o enfocarte en otras personas. Cuando eliges concentrarte en servir a otras personas que sufren, a eso se le llama sufrimiento redentor. Y ese es el mejor y más elevado uso de tu dolor.

No importa qué dolor hayas sufrido, Jesús quiere redimir ese sufrimiento. ¡No quiere que se desperdicie todo ese dolor que padeciste! Quiere usarlo para ayudar a otras personas cuando también sufran dolor.

Él [Dios] nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros. Pues, cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más Dios nos colmará de su consuelo por medio de Cristo.” (2 Corintios 1: 4-5 NTV).

¿Quién está mejor calificado para ayudar a un viudo con depresión?, que alguien que ha perdido a su esposa y pasó por una profunda depresión. ¿Quién está mejor calificado para ayudar a alguien que se recupera de una adicción?, que alguien que se ha recuperado de una farmacodependencia. ¿Quién podría ayudar mejor a alguien que padece una enfermedad crónica?, que alguien que también ha sufrido de la misma manera.


Tu más grande ministerio saldrá de tu dolor más profundo. Si eres honesto con Dios, con los demás y contigo mismo acerca de la lucha más grande que hayas enfrentado, entonces esa lucha se convertirá en tu ministerio personal.

Compartir tus fortalezas no te hace estar más cerca de alguien. Pero cuando compartes las experiencias que te han llevado a rendirte al Señor y a confiar en su fuerza y protección, estarás conectándote con los demás, más profundamente de lo que puedas imaginar. ¿Por qué? Porque cuando tú, como persona destrozada, vulnerable e imperfecta, compartes con otras personas quebrantadas cómo Dios te ha restaurado, no solo estarás compartiendo algo que tienen en común. Estarás compartiendo una esperanza para las otras personas, que también puedan experimentar la redención a través de Jesucristo.

Compartir tu dolor te ayuda a ti y a las personas que te rodean a crecer en Cristo. Usar tu dolor para servir a los demás es una forma de ministerio.

No desperdicies tu dolor, te costó mucho cuando lo sufriste. Deje que Dios lo use para desarrollar tu mayor ministerio, para la gloria de Dios.


Medita en esto:

  • Piensa en el mayor dolor que has sufrido. ¿Crees que Dios puede usarlo para bien en tu vida y en la vida de los demás? 
  • ¿Por qué compartir tus luchas en lugar de tus fortalezas a menudo te vincula más profundamente con alguien?
  • ¿Cómo quieres que Dios te use en un ministerio? ¿Le has pedido que use tu experiencia en ese sufrimiento para traer a otras personas a la redención?