¿PERO POR QUÉ SUFRIR?

Jueves 22 de Octubre del 2020


¿PERO POR QUÉ SUFRIR?

“Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor. Jesús soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, sería muy feliz. Y ahora se ha sentado a la derecha del trono de Dios»Hebreos 12:2 (TLA)

Si ya eres adulto, y específicamente un adulto mayor, muy probablemente ya aprendiste que puedes manejar más dolor de lo que te imaginabas. De hecho, probablemente tuviste que pasar por momentos de verdad muy difíciles para que te dieras cuenta de cuánto podrías soportar y manejar.


Los seres humanos pueden soportar una enorme cantidad de dolor, si pueden ver un propósito en ese dolor, y una recompensa más allá del dolor. Eso es exactamente lo que hizo Jesús cuando fue a la cruz. Padeció un dolor insoportable, pero miró más allá del dolor hacia la recompensa en el Cielo. Tenía una perspectiva de eternidad.

Jesús no solo estaba mirando el aquí y el ahora. Si lo hubiera hecho así, su futuro le habría parecido sombrío y se habría desesperado. Pero Jesús miró más allá del terrible dolor y buscó la recompensa en el Cielo. Valoraba mucho más esa recompensa eterna, que cualquier alivio temporal en este mundo.


Cuando sufres de profunda pena y dolor, y solo miras el aquí y ahora, puedes desanimarte y deprimirte. A veces, puedes tener ganas de darte por vencido. La única manera de superar los momentos más difíciles de la vida es mirar más allá del dolor y buscar la recompensa en el Cielo, en la vida eterna.

Hebreos 12: 2 dice: “Mantengamos fija la mirada en Jesús, pues de él viene nuestra fe y él es quien la perfecciona. Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz y no le dio importancia a la vergüenza que eso significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (NBV).


Jesús soportó el vergonzoso dolor en la cruz porque sabía del gozo que sería suyo después. El mayor gozo para Jesús, y para nosotros, es la esperanza de una eternidad en el Cielo, donde estaremos en la presencia de Dios para siempre.

Cuando obtienes la mente de Cristo, comienzas a pensar de la manera en que Jesús lo hace: acerca de tu pasado, de tu presente, de tu futuro, de Dios, de la vida, de la muerte, del pecado, de la salvación, de tus amigos y de tu confianza. Te das cuenta de que hay más en la vida que solo el aquí y el ahora, y eso te da la fuerza para resistir. 


Medita en esto:

  • ¿Cual es tu mayor esperanza? ¿Qué te brinda el mayor consuelo?
  • ¿Cómo puedes recordarte lo que Dios te ha prometido en el Cielo, para que puedas soportar tu dolor?
  • ¿Qué propósito podría tener Dios al permitirte pasar por ese dolor?
  • En esta temporada de incertidumbre, ¿cómo el tener la mente de Cristo y la esperanza de la eternidad le da forma a tu perspectiva?