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“CONFESIONES”
Septiembre 8 del 2020
Agustín de Hipona, fue un teólogo, que vivió entre los años 354 y el 430 d.C. Es reconocido principalmente por su aportación a la explicación Bíblica de la Trinidad, sin embargo, escribió muchos libros de sus estudios de la Biblia. No siempre fue así, pues a pesar de ser ya “Obispo” de Hipona, (norte de África, ciudad actual de Argelia); su testimonio dejaba mucho que desear, pues tenía su esposa y una amante con la que hacía vida en común al mismo tiempo. Le gustaban las francachelas y todo tipo de excesos carnales, realizaba sus conductas contradictorias a la Palabra del Señor, pensando que al ser líder de una “religión”, le garantizaba impunidad.
Por ello una de sus obras más leídas y consultadas, fue el libro que el mismo llamo “Confesiones”. En una de ellas, concluyó: “Mi pecado más incurable, era el no creerme pecador”.
Y es que la mayoría de seres humanos, que aún no llegan al conocimiento de Jesús, no creen que sus conductas, sean incorrectas. Una vez más la Biblia explica:
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. Efesios 2:1
Todos antes de creer en Jesucristo, estábamos “muertos”. Recordemos que el ser humano es espíritu alma y cuerpo y si bien nuestro cuerpo y alma están vivas, el “espíritu” no está vivo y ¿Qué puede hacer un muerto por si mismo? Nada; más que corromperse más cada día. Agustín, no fue la excepción. Por eso el versículo bíblico anterior inicia diciendo que: “El nos dio vida a nosotros”.
Recordemos que el Señor Jesús claramente dijo:
“Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. Mateo 22:32
Cuando Agustín, independientemente de que fuera un líder religioso comprendió que era Jesús, quien tenía que darle vida, fue usado por el Espíritu Santo de una manera tan impactante que sus ideas y estudios de teología revelaron la explicación Bíblica más hermosa. Un Dios Trino: El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo:
“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno”. 1 Juan 5:7
¡Que revelación! Un solo Dios y tres personas. Pero, lo más importante, es que no solo el Señor Jesús trae conocimiento que se discierne por el Espíritu, más que con la mente. El milagro más grande de la salvación personal y por tanto de un Dios que trata con cada uno de nosotros conforme somos cada uno, es también un gran misterio revelado a quien cree en El así:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Efesios 2:8
Porque no hay nada que podamos hacer, para merecer el favor del Señor:
“no por obras, para que nadie se gloríe”. Efesios 2:9
De manera que, abra su corazón y acepte el regalo (gracia) que el Señor Jesús nos da, a través de su sacrificio, porque podemos estar equivocados como Agustín.
Buenos días
J. L. R.