“ABRAZO QUE ALIVIA”

“ABRAZO QUE ALIVIA”

Julio 14 del 2020

Siempre un buen abrazo es importante para los seres humanos, nuestra alma puede sanar con un abrazo, sentir los brazos de un semejante que nos rodean es muy satisfactorio. Incluso, antes de la pandemia, había grupos de jóvenes que estudian la psicología social, que trabajaban en un proyecto: Se colocaban un letrero que cubría la mitad de sus cuerpos en dónde se leía: ¡Abrazos gratis! Muchas personas aceptaban el reto y luego eran entrevistadas por los jóvenes universitarios y las respuestas eran realmente alentadoras.

“Así que oyó Labán las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó, lo besó, y lo trajo a su casa; y él contó a Labán todas estas cosas”. Génesis 29:13

Un ejemplo es cuando Laban dio la bienvenida a Jacob, en su familia. Fue un descanso de los problemas de Jacob debido a la primogénitura adquirida de forma muy peculiar.

“Y los ojos de Israel estaban tan agravados por la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y les abrazó”. Génesis 48:10

Años después, Jacob entendió la importancia del “abrazo” y antes de bendecir a sus nietos, Efraín y Manasés, hijos de José, los abrazo y los beso, para aliviar sus almas. Bueno como decía mi padre, un abrazo es tan sabroso que “revive muertos” y si, cuando Elíseo, abrazo al hijo de la sunamita, resucitó:

“Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos”. 2 Reyes 4:34 y 35

Todo eso nos maravilla y lo creemos porque lo dice la Palabra del Señor. Pero, lo más triste de esta pandemia es que los besos y abrazos, están prohibidos. Tal vez eso nos llena de incertidumbre y nos cuesta más trabajo entender la guía de nuestro Señor. Sin embargo, es la propia Escritura la que nos aconseja tener paciencia:

“Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”. Salmo 40:1 y 2

¡Claro! Ahí está la clave, porque los abrazos están prohibidos por la pandemia y todo contacto físico entre nosotros. Pero…
… No todos ¿Ha sentido usted un “abrazo de Dios”? Porque si el Señor no nos tomara en sus brazos y nos abrazara ¿Como podría sacarnos del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso, poner nuestros pies sobre peña, y enderezar nuestros pasos? Por ello, si no puede abrazar a sus seres queridos, abrace al Señor con todas sus fuerzas. Cristo no está en “cuarentena”. Dejé que lo abrace:

“Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes”. Salmo 40:17

¡Abrázanos Señor!

Buenos días

J. L. R.